Puntos cardinales
Puntos Cardinales
Sentir el rumor del viento que arrastra
las hojas secas que se van, y vuelven,
como en espiral,
sería la llegada del invierno.
Las palmas se sacuden del ayer
y salen a desabrigarse agitadas para intentar,
aprovechando la brisa,
alcanzar las nubes. Estas que corren veloces
escapando de las primeras luces del amanecer.
Y aquí abajo
la vida rastrera sigue fría y agitada.
No hay nada como despertar con la furia del mar rompiendo las rocas,
saber que está helado,
pero limpio y más vivo,
agigantado
y hambriento de la orilla.
No hay como abrir los ojos
y saber que estoy aquí
volviendo a escuchar los susurros de diciembre
antes de que asome el sol,
que algo sobre sal y peces siempre me dice
si pego bien la oreja en las paredes,
aunque me embargue la soledad de las olas tristes de enero,
estoy aquí.
Tendida en la cama,
Premeditando la fuga de los árboles
de los arbustos despavoridos en clave de aire frío
ese aire noble y persistente del este de La Habana.
Y de nuevo mis sentidos en el arrecife,
en el cielo impávido,
en el polvo de los patios que se arremolinan,
esos puntos cardinales me dicen,
gustosos, que estoy aquí,
en casa.