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Yuderkys Espinosa Miñoso: una feminista descolonial desanda el monstruo del feminismo hegemónico

ENTREVISTA por Alina Herrera Fuentes

Desde principios de abril se corría la voz, por entre las redes cubanas interesadas en el feminismo, de que Yuderkys Espinosa Miñoso visitaría Cuba como jurado de la categoría Estudios sobre la presencia negra en la América y el Caribe contemporáneos en los premios Casa de las Américas. La visita levantaba expectativas y deseos de escuchar lo que tendría para compartirnos esta filósofa y feminista descolonial dominicana. La cercanía histórica y geográfica entre uno y otro país, también le imprimía una afinidad particular al evento.

Casi siempre, cuando se habla de los feminismos en América Latina, se olvida al Caribe antillano. Y, cuando las invitadas especiales son feministas, provienen de los centros de producción teórica como Europa, o de los países que generan una hegemonía militante aun dentro de nuestro continente como pueden ser Argentina, México o Brasil. Entonces, contar con la presencia de Yuderkys, representando los márgenes de un feminismo caribeño y descolonial, constituye una gran fuente de inspiración para la Cuba intramuros y diaspórica.

Identificada como feminista descolonial, antirracista y afrocaribeña, Yuderkys acumula decenas de ensayos entre divulgativos y académicos; es autora, editora y coordinadora de varios libros como Escritos de una lesbiana oscura: reflexiones críticas sobre feminismo y política de identidad en América LatinaAproximaciones críticas a las prácticas teórico-políticas del feminismo latinoamericano y Tejiendo de Otro Modo: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala. Esta filósofa, profesora universitaria, investigadora y escritora pertenece, además, a GLEFAS (Grupo Latinoamericano de Estudio, Formación y Acción Feminista).

Por estas mismas razones preparar una entrevista para ella no resultó fácil. Además, varios hilos que tejían su historia de vida como feminista y como mujer afrocaribeña migrante han coincidido con los míos durante los largos años que conozco de su obra. Redes humanas y afectivas compartíamos también y, gracias a ellas, me lancé a escribirle con la finalidad de esta entrevista.

Pensé en preguntas breves que lograran presentar a la audiencia cubana la complejidad del pensamiento de Yuderkys y de un feminismo descolonial que se presenta por sí solo como contrahegemónico, sin que resultara denso. El primer intento fue fallido, aunque no del todo. Muy amablemente solicitó preguntas nuevas, originales, que no se pudieran encontrar sus respuestas en internet.

Había leído desde hacía un tiempo su última obra De por qué es necesario un feminismo descolonial, una compilación de sus ensayos y textos que describen la consolidación de una teoría feminista subalterna como la descolonialidad, desde su propia experiencia vivida, la de sus compañeras de lucha y las herencias ancestrales, epistémicas y espirituales de las cuales se nutra esta corriente tan joven de los feminismos “otros”. No obstante, y quizás a causa de ser una propuesta que necesita ser esencialmente disruptiva por re(b)eladora, Yuderkys se ha batido en álgidos debates acerca de lo asertivo o incómodo que puede resultar la vertiente descolonial para el feminismo mainstream. También será esa la causa por la que tantas (y acentúo: tantos y tantes) nos sentimos inspirados por sus palabras:

“Las líneas que siguen a continuación pueden ser interpretadas como una especie de suicidio. Debo expresar entonces la angustia que me atraviesa. Comprenderán que como feminista he sido formada y he compartido estos preceptos básicos que ahora intento desandar. Pienso que esta angustia no debe de ser menor que la que siente cualquier otra que se nombre a sí misma feminista. No es fácil enfrentarse al monstruo, sobre todo cuando descubres que eres parte de él.”

Si bien esta especie de declaración y advertencia forma parte del Prefacio del libro, sirven también para introducirnos en el mundo del feminismo descolonial tallado a muchas manos, pero al que indisolublemente (le) pertenece Yuderkys Espinosa Miñoso.

Con una voz pausada, muestra de la madurez y frescura de sus 56 años, responde con notas de voz desde suelo dominicano a mis interrogantes elaboradas desde la altura quiteña:

En tu última obra, De por qué es necesario un feminismo descolonial, trasciendes lo que Lugones llamó el ‘sistema moderno-colonial de género’ por un nuevo concepto que has llamado ‘matriz moderno-colonial racista de género’. ¿Qué cuestionamientos, vacíos o ejes de análisis te llevaron a dar este salto conceptual? y ¿cuáles consideras que son los aportes fundamentales que proporcionas con este nuevo concepto para los feminismos en América Latina y el Caribe y sus luchas?

“En realidad, no veo necesariamente este concepto de ‘matriz moderno-colonial racista de género’ como una trascendencia al concepto de María Lugones de sistema moderno-colonial de género. El sistema moderno colonial de género, a lo que también se le ha conocido como colonialidad de género en su versión más corta; es un concepto fundamental que sigue siendo crucial para mí, y es un concepto matriz de la teoría feminista descolonial. El sistema moderno-colonial de género trata de demostrar que el sistema sexo-género tiene que ser superado porque no basta, porque se queda en la idea de género. Y lo que muestra María a través de él, es que con la colonización y con la universalización de la modernidad lo que va a pasar inicialmente es que la colonialidad será la cara oculta de la modernidad y, por tanto, demuestra que el racismo es lo que sostiene la colonialidad.

“Entonces, a partir de esa idea, de la idea de raza como clasificación jerárquica mundial del trabajo — como diría Quijano — , pero que también no solo sería del trabajo sino que funciona a nivel epistémico, a nivel incluso de la espiritualidad; esa división o partición del mundo entre humanos y menos humanos, esa clasificación jerárquica basada en la idea de que según las características físicas una tiene mayor o menor capacidad de razonamiento y de producción histórica, pues eso María lo toma y lo que hace es decir que, a partir de esa división, entonces lo que se va a producir es un sistema de género que solamente es restrictivo al mundo del amo y a la casa del amo, pero eso no se propone como lo que organizaría la vida de la plantación o a la vida de aquellos que están sometidos y sometidas a la esclavitud. Eso es básicamente lo que viene a decir el sistema colonial de género.

Para la idea de matriz moderna-colonial-racista de género lo que estoy haciendo básicamente es tomando parte de ese concepto de María de sistema moderno colonial de género, y pienso cómo en realidad se trata de un sistema de dominación y de opresión, se trata de una matriz en donde no puede ser separada la dominación. Se trata de pensar que la dominación no puede ser separada por partes: por un lado, el racismo; por otro lado, la clase; por otro lado, el género o la sexualidad. Esta idea de matriz moderna colonial racista de género lo que vendría es a poner sobre la mesa que la dominación es co-constitutiva, de manera que no puede separarse. Pero fíjate que esa idea no entra en contradicción con la idea de sistema moderno colonial de género. De hecho, el sistema moderno colonial de género lo que haría es asentarse sobre esa idea, hecho que con María Lugones y que comparto con otras feministas descoloniales, incluso con la teoría feminista negra que desde los años setenta ha estado intentando ver cómo se supera esa fragmentación de la dominación.

“Tengo algunos textos donde abundo sobre esto, pero en concreto, un concepto tiene que ver con el otro, y no es una contradicción y ni siquiera una superación porque en realidad esta idea de superar la fragmentación de la dominación es una idea vieja que se viene intentando hacer, como decía, desde los años ’70 y que María Lugones también estaría de acuerdo con ello. María tiene textos desde los años ochenta donde ella habla de fusión de la dominación o habla de co-constitución de la dominación y de ahí es que yo, básicamente, tomo esto de matriz de dominación.”

Otro análisis, digamos que disruptivo, que presentas en tu obra guarda relación con el tan disputado “sujeto político” del feminismo, cuyo análisis nutres desde otro concepto novedoso como el de la ‘dominación coconstitutiva’. ¿Qué factores de la coyuntura política latinoamericana y/o globales nutrieron esta conceptualización que, si bien guarda relación con la matriz de opresión de Patricia Hill Collins, tiene diferencias? ¿Jugó algún papel dentro de tu análisis el boom de políticas identitarias contenidos en los programas del feminismo hegemónico?

“En realidad, la idea de matriz moderno colonial racista de género tiene que ver justamente con la idea de una dominación co-constitutiva. Estos conceptos no los estoy trabajando solamente yo, sino que lo tomo de María Lugones y sus enseñanzas.

“Respecto a la matriz moderno colonial racista de género, volviendo hacia eso, pues lo que te diría es que qué bueno que traes a Patricia Hill Collins, pues lo que hago es tomar su idea de matriz de opresión y la nutro, la trabajo, porque me parece muy productiva esta idea de matriz para superar esta cuestión de pensar solamente el género, la opresión de género, o la opresión de raza, o la opresión de clase, o la opresión sexual como cosas separadas, como si cada una estuviera por separado. Y en el caso de la interseccionalidad lo que viene a decir es que en un punto se juntan.

“Nosotras lo que sí hacemos, y en mi caso particular lo que hago, es intentar superar la idea de la interseccionalidad, porque la interseccionalidad mantiene la separación de la opresión o de la dominación (como quiera que le llames, también se le llama subordinación, y ahí hay unos debates en los que no me voy a adentrar en estos momentos). La interseccionalidad lo que dice es que en un punto esas diferentes opresiones o sistemas de opresión en un punto se juntan y que eso ocurre para las mujeres negras, o para otras poblaciones que están en menor privilegio.

“Lo que nosotras intentamos decir es que, en realidad, eso nunca está separado. Y eso lo digo dialogando con María Lugones respecto a esa imbricación, porque son cuestiones que trabajamos conjuntamente en el tiempo que ella era mi maestra particular y nos sentábamos en las afueras de Buenos Aires a conversar sobre diferentes cuestiones que nos interesaban a las dos. Entonces, lo que hago es pensar cómo esa idea de dominación co-constitutiva es la manera en que actúa la matriz de dominación. Y esa matriz de dominación, por supuesto, es moderna, es colonial y es racista de género.

“El concepto de racismo de género es algo que sí particularmente yo he propuesto como concepto particular en algún momento. Desde hace algún tiempo propongo esa idea de racismo de género para pensar cómo las luchas feministas, o los análisis centrados en el género, ocultan de manera sistemática el privilegio que tienen aquellas que se enuncian desde el género, que ven el mundo a través del género. Por eso es un racismo de género. Porque aquellas que fundamentan un análisis de la dominación centrado en género, o aquellas que lo han desarrollado, son quienes lo desarrollan así porque son las que están en mayor posición de privilegio. Y a mayor posición de privilegio tú no ves cómo el lugar que tú ocupas dentro de esa matriz está determinado, no solamente por la dominación, sino por los privilegios que tú portas. Pero el privilegio generalmente no se ve, lo que se ve siempre, cuando tú estás en una posición de privilegio, es lo que te falta para ocupar totalmente un espacio de privilegio. Y eso es lo que ha pasado con las feministas blancas y el feminismo eurocentrado.

“¿Qué es lo que les falta a las mujeres, ¿cuáles son los derechos que tendrían?” (y ojo que cuando digo mujeres obviamente no caben todas ahí). Cuando ellas — las feministas blancas — se hacen estas preguntas, están pensando en cuáles son los derechos que se les ha sustraído porque les corresponden por derecho propio (y les corresponde dado su posición de privilegio de raza y clase), pero no los tienen solo por el hecho de ser mujeres. Y ahí es la trampa donde caen para ver el género sin ver cómo ese género siempre está racializado, siempre está atravesado por raza, clase, sexualidad, etc. No hay posibilidad de separación. En definitiva, estos cuatro conceptos están fusionados: la matriz de dominación, la co-constitución de la dominación, el racismo de género y sistema moderno colonial de género. Está todo en relación.”

En el libro mencionas al menos cinco líneas genealógicas a las que el feminismo decolonial es heredero o da continuidad, y no aparecen los llamados feminismos marxistas o socialistas (aunque subrayas al feminismo materialista francés) aun cuando sus críticas han estado vinculadas especialmente al capitalismo que forma parte constitutiva de las matrices de dominación. ¿Esto se debe a alguna razón o razones de manera particular? ¿cuáles serían las zonas de convergencia o divergencia con el feminismo descolonial?

“La tercera pregunta es interesante ¿sabes?… nunca me la habían hecho y no la había pensado tampoco… y efectivamente, cuando trato de pensar las genealogías en las que se asienta el feminismo descolonial, obviamente yo estoy haciendo ahí genealogía de la experiencia. Hay gente que podría decir que su llegada al feminismo descolonial no necesariamente abrevó de estas líneas que yo menciono ahí. Y lo cierto es que en el tiempo en el que el feminismo que nos tocó vivir, a varias de las que hemos comenzado y nos hemos aunado por producir un feminismo descolonial, el feminismo socialista no estaba tan activo como estuvo en los años ’70, por ejemplo. Y si bien el feminismo negro tampoco lo estaba y nosotras lo rescatamos, lo hicimos porque nos sirvió para poder comprender de mejor manera el lugar que ocupábamos dentro de la estructura y dentro de la matriz.

“Yo diría que nosotras siempre hemos dialogado con el feminismo socialista. Aun desde las diferentes posturas, siempre hemos tenido que dialogar con él. No es que no está el tema de la clase y de la crítica al capitalismo. Lo que pasa es que esa problematización de la estructura de clase, la producción de clase y del sistema capitalista lo vamos a beber a través de los feminismos que son herederos del feminismo marxista, como el feminismo materialista. Y entonces de ahí, y a través de esas otras genealogías o corrientes feministas, es que nosotras vamos a acercarnos a una analítica marxista, centrada en clase.

“En particular hay dos de ellas que son a través de las cuales vamos a retomar varios de los aportes del feminismo marxista. Una es el feminismo autónomo, que efectivamente tenía una crítica muy fuerte a las posiciones de clase, al capitalismo, al mercado, al liberalismo y al neoliberalismo; sustentando una crítica a cómo el feminismo a finales de los ’80 claudica con asumir los nuevos lineamientos neoliberales que se venían para América Latina y el Caribe. Entonces ahí estaba muy vivo el análisis marxista, pero estaba emparentado y centrado en la lucha por la autonomía. Entonces el feminismo autónomo, mucha de la crítica que hace y de las autoras, vienen de la filosofía (por ejemplo, las italianas de la diferencia o el feminismo de la diferencia), pero, por el otro lado, para hacer el análisis estructural de América Latina lo que están bebiendo es de la crítica marxista que se había desarrollado desde los años 70 en América Latina y el Caribe, y que también retoman las críticas de las feministas socialistas en Estados Unidos y Europa.

“El otro paraguas que va a tomar parte del análisis marxista, además del feminismo autónomo, es la otra línea genealógica que yo menciono y son los aportes que vienen de los movimientos territoriales que se dan en todo el continente desde mediados de los 80. Con el levantamiento zapatista, el levantamiento del movimiento indígena en Ecuador, los Sin Tierra en el Brasil, etc. Por esa vía nosotras también estamos accediendo a la herencia de una crítica marxista, pero lo hacemos a través de estos movimientos más locales que retoman muchas de estas cuestiones y, además, la vinculan con los intereses particulares que en ese momento se estaban atendiendo en la región. Pero la base que sustentaba la crítica en buena parte venía de la teoría marxista, y sobre todo del feminismo marxista.”

Terminamos la conversación con un abrazo virtual y con la promesa de hacerlo realidad en algún punto de Abya Yala, no sin antes manifestarme su emoción por regresar a Cuba y por tejer palabras en común con las feministas que la esperan en la isla en clave de cimarronaje.

Imagen: Tomada de El Caimán Barbudo

Publicado en: El Caimán Barbudo

Madre, mujer negra, migrante nacida en Cuba. Abogada, investigadora, militante feminista y antirracista. Ahora escribidora

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