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Leche en las tetas
Cuando confirmaron mi embarazo, me sentí una perra, luego una mamífera, y finalmente una animal gestante. Las emociones no estuvieron ajenas a los conflictos llenos de presente y desbordados de futuro. Y a pesar de mis capacidades reflexivas, de la felicidad y angustias sobrevenidas, no dejaba de sentirme una perra. Fue el punto de quiebre en mi autopercepción, hacia esa mirada otra del mundo. Aunque parezca contradictorio, nunca antes me había sentido tan rebosada de humanidad y conciencia, tan viva, tan consciente de mi materialidad orgánica y de mi sentipensar cada día más voluminoso, poliforme e hibridante. No estaba más en interacción con el reino animal y vegetal, pertenecía a…