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Travesía de una cuarentena obligatoria
El 27 de marzo me volvió el tic en el ojo. Se me había desaparecido desde hacía alrededor de 4 años ya, pero regresó ese día. La noche antes despedía a mi mamá que se iba rumbo a Cuba mediante una travesía nocturna y con escalas de madrugada en un aeropuerto desconocido, por demás, sola. En mi noción del viaje, se asomaba al peligro inminente por contagio del coronavirus. Ella, en edad de riesgo y con padecimientos, zarpó hacia la isla en el último vuelo comercial Cancún-La Habana de Vivaerobus, yo que siempre olvido los números de vuelo, este será inolvidable, ni en el rastreo de los vuelos por internet…