Reflexiones

El año chino de la Rata: el coronavirus

El 2008 también fue el año chino de la rata, también se pronosticó fortuna, bienestar, abundancia, oportunidades, esta última, la palabra más recurrente entorno al primer animal que acudió al llamado de Buda. Y hagamos memoria, el 2008 fue el año de la depresión económica a causa del estallido de la burbuja inmobiliaria. Para todes, era el verdadero fin del capitalismo, los bancos no tenían dinero, Wall Street se desplomaba. De hecho, fue la demostración de la insostenibilidad, fracaso e ineficiencia del sistema capitalista. Pero hagamos más memoria ¿cómo fue que salieron de la crisis? El banco central y el Estado de los EEUU rescataron a los bancos, salvaron el sistema, le abrieron la válvula de oxígeno y todo volvió a la “normalidad”.

El Estado intervino y, con el erario público, resolvió las deudas de los bancos privados. Ni más, ni menos. Y la aparente normalidad regresó, más dura, más belicista, más extraterritorial, y más neoliberal para quienes no fuimos beneficiados de ese “rescate”. Ellos salieron, y siguen saliendo de su propia crisis, a costa nuestra.

Para el 2020 nos pronosticaron lo mismo: grandes oportunidades, la rata vendrá a arreglar todo el desastre que dejó el cerdo. Y nos viene arrasando el COVID-19. Más que la vida, creo que nos viene arrasando la conciencia.

El pacto entre Estado moderno, individuo y propiedad privada se ha instaurado por encima de los derechos humanos elementales y más básicos, se ha edificado sobre nuestras precarizaciones y carencias, léase sobre las opresiones y las violencias. Los estados nación, subordinados al derecho de la propiedad PRIVADA, han implementado sus gobernaturas bajo orientaciones de centros de poder que no tienen cara, ni nombre, ni responsables, que no tienen territorios, ni fronteras, ni banderas. Y peor aún, tampoco tienen quién los regule, ni corte a la que se puedan demandar por hechos de lesa humanidad (por ejemplo), es decir, son totalmente impunes si sus políticas destruyen en cualquier arista a la población civil de los países que ellos endeudan. Estos son, por ejemplo, las IFI’s como el FMI y el BM.

La aplicación subordinada de sus paquetes de medidas por nuestros gobiernos, para salvaguardar la manida y embaucadora libertad (a cualquier precio y a toda costa), que en el sentido del individuo moderno significa la libertad de comercio que asegura su derecho a la propiedad privada, se ha llevado a cabo hasta por encima de la Salud Pública, del Derecho a la alimentación, el derecho al agua, el derecho a una vivienda digna.

Ni tan siquiera la OMS tiene recursos suficientes para establecer un contrapeso al rapiñaje en masa de estas instituciones sobre nuestros territorios, ni tan siquiera la ONU tiene herramientas legales eficientes que contrarresten las extorsiones masivas de estos grupos de apoderados del mundo. Los mismos que hacen de legisladores, de jueces, de verdugos y de salvadores de la propia condena, esta, que la hacen parecer no fusilamiento sino suicidio de países pobres.

Los países desarrollados no tendrán tales subordinaciones, pero no es secreto que gobiernan con las mismas directrices. Es un modelo desequilibrado y, como todo desbalance, un modelo en crisis, solamente agudizado por una pandemia muy oportunista. Es decir, la crisis no es el virus, el virus es la demostración de una crisis global.

Sin embargo, la capacidad de reinventarse es totalmente inimaginable, tan es así que ahora que el sujeto beneficiado de este estado moderno (hombre, blanco, empleador, occidental, con patrimonio) puede ser afectado por un virus, la enfermedad se declara pandemia. Mientras los muertos eran otros sujetos y sujetas, asimilados como objetos instrumentales que hacían andar la rueda del capitalismo, nadie hacía nada con semejante fuerza, ni la OMS.

El virus nos puede tocar la puerta a todes, pero no es cierto que nos toca a todes por igual, y ese es el punto. Todes los que han estado estorbando, quiere decir los no privilegiados, tienen más probabilidades de morir porque los sistemas públicos están diseñados para ellos, para los que no se podrán salvar matemáticamente, y no biológicamente, por un profundo déficit en la atención sanitaria.

Hablo de los “sin techo”, de los que, teniendo, no tienen acceso a agua potable, a los y las explotadas laborales que tendrán que salir a la calle porque no tienen para comer, a los ancianos solos con pensiones raquíticas (cuando tienen), los desamparados por capacidades diferenciadas, orfandad, indocumentados, guerra y muchos más.

Esta sensación de fin del mundo es porque ya nos veníamos salvando de todo lo anterior, sobrevivíamos con lo suficiente, pero ahora, como individuos del estado moderno, tenemos miedo que, aquello por lo que apostamos como sistema garante de la felicidad en nombre de la libertad plena, sea totalmente insuficiente. Ahora, que la salud y la atención médica volvió a la palestra pública, la encontramos desnutrida; desnutrida de fondos, de infraestructura, de personal, de investigaciones, en fin, privatizada. Pensando en ella no “votamos”, sino por el libre mercado y la propiedad privada, lo público no nos gustaba, era hablar del Estado que es casi lo mismo que hablar de intervencionismo, falta de libertades, dictadura. Robustecer al Estado, a lo público ¡ni en sueños!, nos domesticaron para querer un sistema de mantención de privilegios de limosna y no de satisfacción de los derechos básicos.

Del enfrentamiento de lo público con lo privado se deriva lo individual versus lo colectivo. Y ahora la historia nos está pasando factura. Estamos solos y solas, en nuestras casas (con suerte), y si nos sentimos mal, tenemos que quedarnos así, solos, solas y en casa, manejando nuestro miedo y nuestras ansiedades, y solo si nos sentimos muy mal podemos salir a buscar asistencia médica, y ojalá que no estén colapsados los servicios de salud.

No puedo ni imaginar a los ancianos en total soledad que, según las recomendaciones, si los vamos a visitar es probable que los contagiemos. Y la otra recomendación es dejarles un celular. Había escrito ya que el capitalismo es capaz de reinventarse, pues para allá están giradas las marcas, “aprovechando” nuestro encierro, están reorientando los mercados.

No será el fin del capitalismo: ya Trump anda queriendo comprar la vacuna desesperadamente para reelegirse, al parecer no es de su interés levantar las sanciones económicas a los países que están en su lista de terroristas, entre ellos Cuba. El FMI y el BM ya declararon que no van a modificar sus políticas de préstamo no, de endeudamiento hacia los países pobres, al contrario, pareciera esta crisis una secuela necesaria para terminar de saldar la deuda de hace doce años. Será el inicio de tiempos mucho peores, que lo serán menos si los Estados intervienen con el mismo empeño que en el 2008 lo hicieron para salvar al demonio de la economía neoliberal. Ojalá lo hagan por la salud y en contra de la pobreza.

Pero no es contradictoria la profecía para el año de la rata. Es la oportunidad de darnos cuenta que la individualidad acérrima es una mentira que solo va en nuestra contra, que la propiedad que tanto clama el neoliberalismo no tiene que ver con nuestro patrimonio de migajas y que es imponderable con cualquier otro derecho humano, que necesitamos lo colectivo porque solos no podemos, que hace falta volver a lo público como un asunto nuestro, regresarle al Estado su misión para que se garanticen verdaderamente los derechos de todes, y nunca más dejar de mirar a la enorme porción de personas en el mundo que no tiene opciones.

Tenemos la oportunidad de reinventarnos nosotres también, con otro sentipensar. No dejar que nunca más nos engañen con la carnada de la propiedad privada. Es la oportunidad para repensar que, por más lejana (como China), parezca la desgracia, es una desgracia que nos duele y nos afecta, desdibujar las fronteras y sentir el planeta entero como nuestra responsabilidad. Démonos esa oportunidad, de renacer en colectivo.

Madre, mujer negra, migrante nacida en Cuba. Abogada, investigadora, militante feminista y antirracista. Ahora escribidora

3 Comentarios

  • Pablo Andrés Jáuregui Lorda

    Alina. como te dije me encanta leer tus reflexiones. Siempre coinciden mucho con las mías. te voy a dar algunas variantes. Los neoliberales del mundo que a su vez son los más poderosos. reclaman siempre LIBERTAD. ¡ hipócritas! libertad y to creo que es después del derecho a la vida el más importante es otra cosa. ni es una pelea libre cuando ponemos en un ring a luchar a Mike Tyson contra un niño. sin reglas libremente. Si utilizamos ese razonamiento que es el que quiere esta gente nunca saldremos adelante y la humanidad no tiene futuro. La única manera y esperanza de continuar con nuestra especie es la solidaridad y la justicia partiendo del amor de otra manera fundados en el concepto trivial y estúpido del egoísmo y materialismo estamos condenados como especie. pero tengo esperanza . si miramos hacia atrás. estamos mejor en muchos aspectos. Esclavitud. menos respeto aún por la vida etc. nos falta muchísimo. pero a seguir luchando. Este sacudon va a ayudar. porque le está moviendo el piso principalmente a los que dicen decidir los pasos a seguir

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