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Ser mujer cubana y extranjera: un viaje al centro del miedo
Salí corriendo del edificio de la Torre II de la ciudad universitaria de la UNAM. Se me hacía tarde para llegar a casa, vencía el tiempo de cuidados de mi hijo y debía reemplazar a su padre, que cumpliría otras obligaciones laborales. Repasaba en mi mente los pasos que seguían: tomar un taxi, agarrar la guagua de las 2 pm, agarrar otro taxi, llegar y jugar un rato, hacer la comida, bañarlo, bañarme, etc. Durante ese recuento mental saqué la mano desesperada para detener a algún taxi. Todos pasaban de largo. Siento un claxon, me volteo y, en efecto, un alma caritativa detectó mi desesperación y se detuvo más adelante.…