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Madres migrantes: el territorio transfronterizo de los cuidados
La primera vez que me separé de mi hijo él tenía apenas 4 meses de vida. Fue una separación no elegida. Tuve que viajar a otro país por la exigencia de documentos migratorios para que el niño, como recién nacido, pudiera ingresar. Los tres días que estuvimos alejados parecieron una eternidad. Aunque ya mi hijo había dejado de lactar involuntariamente, bajo la ducha del baño del hotel lloré sin consuelo agarrándome los senos. Como si esa parte de mi cuerpo llorara también por la separación. Era la huella más vívida del vínculo entre él y yo. Después de ese primer baño aletargado, me miré al espejo con los ojos hinchados…
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Madres y neurodivergencias: del amor y otros berrinches
A partir de los dos años y medio aproximadamente, mi niño comenzó a cambiar su conducta. Parecía más distraído y con menos ganas de interactuar socialmente. De tan risueño, pasó a un mundo en el que le costaba regalar su risa desenfadada. Un mundo de aparente introspección. Mis alarmas internas se encendieron. Llamé a dos especialistas recomendadas y coincidieron en que era muy pequeño para evaluar algún diagnóstico. Debía darle chance a que siguiera desarrollándose y, con mayor madurez, entonces chequearlo. Sin embargo, comenzaron las quejas en su escuela. Las maestras decían, con desdén y hasta con enfado, que algo con el niño no iba bien, que no se quería…
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¿Ser o no ser madre? Crianza, sexualidad, abandonos y otras culpas
Durante el mes de enero de este año el programa “De nuestra América” de la televisión cubana proyectó el filme No soy tu mami (2019). La cinta argentina, protagonizada por la conocida actriz Julieta Díaz, quien interpreta el papel de Paula, trata acerca de la maternidad1 e intenta derribar una serie de mitos románticos acerca de ser madre. Enmarcada en una comedia romántica, la película aborda con suspicacia y entre escenas que parecieran pasajeras, los conflictos de la crianza materna, entre ellos, la sobrecarga de tareas, lo demandante y agotador que significa atender las necesidades de niñas y niños, la falta de tiempo y la prisa constante, el poco espacio disponible para las actividades…
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Leche en las tetas
Cuando confirmaron mi embarazo, me sentí una perra, luego una mamífera, y finalmente una animal gestante. Las emociones no estuvieron ajenas a los conflictos llenos de presente y desbordados de futuro. Y a pesar de mis capacidades reflexivas, de la felicidad y angustias sobrevenidas, no dejaba de sentirme una perra. Fue el punto de quiebre en mi autopercepción, hacia esa mirada otra del mundo. Aunque parezca contradictorio, nunca antes me había sentido tan rebosada de humanidad y conciencia, tan viva, tan consciente de mi materialidad orgánica y de mi sentipensar cada día más voluminoso, poliforme e hibridante. No estaba más en interacción con el reino animal y vegetal, pertenecía a…