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Nuestros derechos y las leyes, en un solo cuerpo (I)
Dicen que había comprado una caja de cerveza ese día y que, después de matarla, se sentó a beberlas y a esperar a los policías. Él mismo los llamó. Sí, el niño estaba ahí. Mira, él me parece un buen tipo, respetuoso. Dicen que ella le estaba pegando los tarros. Y él se fundió. Este fue un vecino del barrio El Tejar (municipio Marianao, La Habana) que contaba, el pasado 17 de agosto, lo que había escuchado sobre la decapitación de Mailin Diéguez, tres días antes, a quien sobreviven un hijo y una hija menores de edad. Lo contaba, tristemente, con toda naturalidad. Otra familia atravesada por la violencia machista,…