El camino del atentado
Hace más o menos diez años que visito la Argentina con cierta sistematicidad. En la primera visita gobernaba Cristina Fernández y lo que más me llamó la atención fue como todos los medios gravitaban en torno a ella. La gran mayoría para mal. Desde humillaciones, persecución, descalificaciones sin argumentos, burlas, hasta caricaturas vejatorias de su vida sexual recién enviudada. Realmente insoportable era abrir cualquier canal de televisión o leer cualquier tapa de diario y ver un rosario de “noticias” manipuladas, falsas y envenenadas contra Cristina. Lo comenté de la siguiente manera: “están enfermizos”, me miraron raro pero lo sostengo aún.
Paralelamente pocos programas como 6 7 8, trataron de desmentir los inventos de los medios hegemónicos. Ella hablaba diariamente por cadena nacional. Pero nada se compara con la fuerza de la mass media. La polarización era aguda, teníamos enfrente la famosa “grieta” argentina. Y todo ello ensalzado por discursos de odio contra la militancia popular y de izquierda.
Años después, con Macri en el poder, vi por la tele nacional el arresto contra Boudou (exvicepresidente de Cristina). Con cámaras de televisión, la policía y la seguridad en su casa, el tipo descalzo, la familia presente, un show mediático para llevar a cabo un lawfare (ya en Brasil a Dilma y a Lula se les había desplazado de la escena política con estos métodos). Decían que se judicializaba por corrupción, pero la intención real era política, de lo contrario todo el macrismo estaría tras las rejas. Una parte de la izquierda más crítica consideró que Boudou no era su tema porque era un político corrupto que asumía las causas populares para alimentar sus privilegios. Pero no se trataba de Boudou. La persecución judicial con fines políticos supera a una persona concreta, alimenta el show mediático polarizante y el rechazo a todo lo que venga del estado y del gobierno. Más libre mercado, más “librepensamiento”, menos estado creando políticas sociales, menos estado “metiendo” las manos en los sectores que siempre debieron ser suyos y jamás privados, en resumen, menos estado, menos gobernantes que piensen en términos de estado, menos demandas de los sectores populares.
Eso se repetía a toda hora. Medios, comunicación y capital eran una maquinaria perfecta para exaltar los ánimos en contra de Cristina, su grupo y, en definitiva, de los sectores beneficiarios de sus políticas populares. A estas últimas le iban a la yugular. Frases en la calle “lo que tienen es que matarlos a todos” (los pobres, los negros y los kirchneristas) o “métanla presa”. La repulsión contra toda manifestación popular se acrecentaba, y eso quería decir animadversión contra el pueblo, y eso quería decir también que las formas de clasismo y fascismo iban in crescendo. Sectarización, polarización y discursos de odio.
Ahora otro intento de lawfare contra Cristina. Luego, las fuerzas policiales reprimen a militantes y al pueblo que la apoyaba afuera de su casa (incluido Máximo, su hijo que no es solo su hijo sino también diputado). Anoche, un intento de asesinato contra su persona, apuntando a la cabeza o a la cara: el arma era apta para disparar, tenía 5 balas en el cargador y una en la recámara, el detenido gatilló dos veces pero no se disparó el proyectil, por error. Hoy tuviéramos un magnicidio consumado en la región producto de las fuerzas reaccionarias (y no también) de la derecha, producto de los discursos de odio azuzados por años por los medios hegemónicos y por intereses geopolíticos que se apuntan a favor de los poderosos de siempre.
Háganse responsables los medios que hoy condenan el acto (faltaba más) pero que han contribuido a esa animadversión monetizando emociones odiosas, han sido los generadores de ese linchamiento/persecución que, a fin de cuenta (y lo saben), superan a una persona en concreto y superan a una gestión determinada. Hágase responsable la oposición, las fuerzas de seguridad que mostraron toda su vulnerabilidad o su colusión con el hecho, en tanto ideología de clase que los construye y los aúpa en su versión más reaccionaria y fascista.
Cualquier semejanza de los medios (y sus fervientes seguidores) con Cuba y México NO es pura coincidencia. Así funcionan, y esas son sus agendas. México tiene en la historia a Luis Donaldo Colosio (candidato del PRI a las presidenciales del 94). Y en Cuba vamos directo al camino de la polarización sin retorno.